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martes, 21 de mayo de 2019

Las enseñas que nos dejan la niñez y la vejez


María Alejandra Trompa Castiblanco
Estudiante de sexto semestre
Escuela de Gobierno y Relaciones Internacionales
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Voluntaria en "Conocer dejando huella"
maria.trompa@est.uexternado.edu.co


En el primer semestre del año 2019 hice parte del voluntario de la Universidad Externado de Colombia "Conocer dejando huella". En el cual, asistí tanto a la Biblioteca Infantil en la iglesia  del barrio donde llegan niños (entre 9 y 12 años) como al ancianato: La Divina Providencia, en este mismo barrio. De ambas experiencias me llevo la oportunidad de haber tenido dos visiones y de vivir y entender un poco más dos momentos diferentes de cada ser humano: la niñez y la vejez.


 Foto: En la sede del ancianato La Divina Providencia, las residentes muestran su trabajo con origami.

De cómo los niños, mediante su ingenuidad, nos enseñan, de su forma tan especial de aprender de nosotros y la relación que se establece entre los voluntarios y los niños que parece ser el momento en dónde los niños se distraen de su realidad que muchas veces es en un contexto de situaciones complicadas familiares- escolares y del entorno de inseguridad y violencia bajo las lógicas de cómo funciona el barrio. Pero no solo eso, también es la salida de escape para los voluntarios, el choque con la realidad que va mucho más allá de las aulas de clase, el entendimiento de que es necesario mirar fuera de nuestra zona de confort para comprender, por ejemplo, que a pesar de que en el barrio Egipto se presentan situaciones difíciles, los niños quieren mucho su barrio, a las personas, los parques, la biblioteca, y que el barrio ha cambiado gracias a ellos, a su visión de querer un ambiente más ameno para los niños y eso ha hecho que esas lógicas de violencia hayan y sigan cambiando significativamente en beneficio del barrio.

Lo que me deja de enseña que no podemos pretender generar cambios significativos en la población si no se le tiene en cuenta si no entendemos el por qué funciona de esa manera, de quienes son, de cuáles son sus potencialidades y sus verdaderas necesidades. Con el hecho de realizar un voluntariado y estar junto a ellos es la mejor manera de ser parte del cambio.

En cuanto al ancianato, como ya había estado el semestre pasado, pude conocer mucho más a cerca de la historia de cada una del adulto mayor, de cómo llegaron al ancianato, de sus familias, de sus experiencias más felices, pero también de las más difíciles por las que tuvieron que pasar. De esta experiencia, me llevo la gran satisfacción de que, junto a mis compañeros, mediante las actividades realizadas, les generamos un ambiente diferente en el ancianato, las hicimos pensar en otras situaciones más positivas, en tratar de mejorar las relaciones entre ellas, en mostrarles que todavía tiene la capacidad de realizar muchas actividades que ellas creían que no podían como: hacer figuras en origami, tejer con lana el Ojo de Dios, recordar olores, escribir cuentos y dibujar. También, aprendí le verdadera importancia de simplemente escuchar al otro sin necesariamente tener que da una opinión de esa situación, sobre todo con ellas que a veces lo único que necesitan es una buena compañía.

Por último, solo me queda agradecer por haber tenido esta gran experiencia que cada vez me motiva más a trabajar desde y junto a las personas no para las personas.

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