Paula Andrea
Rojas Chaves
La Primavera Árabe fue desencadenada por la
autoinmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez, en diciembre de 2010, hecho que
generó simpatía masiva en un tiempo relativamente corto, y que condujo a la
destitución de los presidentes de Túnez y Egipto, donde la agitación se propagó
rápidamente, pese a la represión, concesiones y la cooptación, y lo hizo
principalmente a través de medios de comunicación y redes sociales, y se
extendió por casi todos los estados árabes, persistiendo en la actualidad. Nace
como protesta contra la conducta inherentemente democrática de quienes detentan
la autoridad y se fundamentó en una rebelión contra el uso, o mejor el abuso de
la autoridad en todos los ámbitos.
En un principio, países como Francia y Gran Bretaña
apoyaban a los dirigentes de Túnez y Egipto, puesto que se beneficiaban de las
dos dictaduras, y no sólo los apoyaron durante los levantamientos, sino que los
asesoraron activamente sobre cómo reprimir a los rebeldes. Y muy tarde, se
dieron cuenta de su error político y vieron la necesidad de encontrar un camino
para redimirse, y lo hallaron en Libia, donde pese a haber tenido negocios
rentables por más de una década, se descubrió de manera repentina que Gadaffi,
el líder libio, era un terrible dictador, por lo que apoyaron militarmente y de
forma abierta a los rebeldes libios; sin embargo, por determinados que
estuvieran, Francia y Gran Bretaña no podían derrocar a Gadaffi sin ayuda, necesitaban
a EE.UU, y aunque Obama se mostró renuente al principio, posteriormente bajo
presión para la promoción de los derechos humanos, añadió la ayuda militar y
política de EE.UU a lo que llamaban una acción de la OTAN.
Como lo menciona Wallerstein, con todo el malabarismo
político que ha caracterizado los hechos, la Primavera Árabe se ha convertido
en otro elemento de lo que actualmente es una evidente agitación mundial, que
tiene lugar por todas partes: Oxi en Grecia, Indignados en España, estudiantes
en Chile, los movimientos Ocupa, las huelgas en China, las manifestaciones en
Hong Kong, entre otros;
agitación que se expande y gana fuerza en todo el mundo, permitiendo que muchos
movimientos se puedan expresar abiertamente en donde no podían hacerlo
anteriormente, que no será un fenómeno pasajero y que además, no será tan fácil
de contener.
La pregunta que aquí surge es entonces ¿Cuál es el rol desempeñado por la ciudadanía
en los eventos de la Primavera Árabe, y a su vez, cómo influyen los intereses de
los actores dominantes en el sistema internacional, tales como Francia y Gran
Bretaña en sus actuaciones?, ¿priman los intereses propios o los de los
levantados?
Entonces, cabe recordar que la acción colectiva tiene 2
fases principales, una primera que tiene peticiones poco precisas, agrupación
flexible y donde se produce la formación de la identidad del grupo, y la
segunda, que consiste en una organización más formal, donde se distinguen
líderes y representantes, y cuyo objetivo es institucionalizarse para transformarse
en una organización de la sociedad civil. (Cohen y Arato, 2002, 615-617).
Con lo anterior, se puede decir que en los eventos de la
Primavera Árabe el actor más importante
ha sido el conjunto de la ciudadanía, y su tejido asociativo, que compone
defensores de los derechos humanos, activistas sociales, sindicalistas,
ciberactivistas y varios grupos e individuos sin la necesidad de una
adscripción política ideológica u orgánica determinada, en general, la
verdadera protagonista ha sido la sociedad civil.
Así mismo,
aunque las redes sociales hayan contribuido a que los movimientos sociales
pudieran organizarse de forma más rápida y ágil puesto que el internet y los
instrumentos que este brinda se utilizan para la organización de los
movimientos, en ningún caso es una acción colectiva en sí misma.
Por otra
parte, Michael L. Ross menciona que antes de que se iniciaran las revueltas,
los ciudadanos de los países con poco petróleo como Egipto, Jordania, Líbano,
Marruecos y Túnez, contaban con mayores libertades que los de los países que
poseían gran cantidad del mismo, tales como Bahrein, Irak, Kuwait, Libia y
Arabia Saudita; así mismo, señala que se vio como, iniciadas las revueltas, los
regímenes ricos en dicho recurso son más eficaces defendiéndose de los intentos
de desbancarlos, pues cuentan con mayor cantidad de recursos y de apoyo por
parte de los principales socios económicos dependientes del vital hidrocarburo,
para frenar y reprimir los brotes de rebelión.
Reiterando
lo anterior, se ha visto que pese a que en los últimos años ha habido grandes
progresos en términos de democracia, pasando del 30% de gobiernos democráticos
en el mundo en 1980, al 60% en la actualidad, las democracias que han surgido
lo han hecho en países con poco petróleo o nada, puesto que estos países son
más proclives a la democratización, ya que como algunos expertos lo mencionan,
la riqueza petrolera conduce al autoritarismo, la inestabilidad económica, la
corrupción y la violencia, lo que se conoce como la Maldición Petrolera. (http://www.foreignaffairs.com/articles/68200/michael-l-ross/will-oil-drown-the-arab-spring)
Organizaciones como Human Rights Watch se manifestaron al
respecto, a través de un informe, diciendo que los gobiernos deben mantenerse
firmes con los habitantes de Medio Oriente y África del Norte cuando exigen sus
derechos fundamentales y trabajar para asegurar la transición a democracias
genuinas; en este sentido, el apoyo internacional a los manifestantes pacíficos
y críticos de los gobiernos es tal vez la mejor forma de presionar a los autócratas
y mejorar las libertades fundamentales.
Por último, se ha hablado de que la Primavera Árabe es un
suceso que no se puede considerar como uno solo puesto que cada proceso
revolucionario lleva marcados los rasgos de su carácter nacional, y
adicionalmente, pese a la importancia que tiene la información en el ámbito de
las redes y que resaltan continuamente las autoras Keck y Sikkink, aunque los
jóvenes tuvieron un papel en la difusión de las protestas y en las
convocatorias a través de las redes sociales, no se les puede asignar una cuota
de poder importante puesto que por sí solos no son un actor político. (http://www.semana.com/mundo/cinco-mitos-primavera-arabe/169731-3.aspx)
En general,
los cambios a aproximadamente un año de los hechos, son significativos, pues el
rumbo de estos países era decidido por personas adineradas situadas en la parte
más alta de la sociedad, que permanecían en el poder debido a que eran aliados
de los dictadores, sin embargo, lo que hace que ésta revolución vaya más allá,
es el hecho de que al quitar a los dictadores, se van con ellos sus familiares
y los demás aliados políticos. Así mismo, como menciona Juan Cole,
existen posibilidades de democratización para estos países, para unos más que
para otros, como es el caso de Túnez, Siria y Egipto, donde la antigüedad del
Estado da más seguridad a sus instituciones, mientras que los demás encuentran
más dificultades para ello, pues presentan importantes falencias a nivel
institucional, y en el caso de Libia, sus ingresos petroleros se sitúan como su
única ventaja.
Entonces,
cabe preguntarse si ¿el éxito de movimientos como el de la Primavera Árabe
depende más de las iniciativas populares al interior de los países o del apoyo
de los actores externos poderosos, y si éste puede medirse en términos de una
verdadera democratización?
LO QUE VEO
LO
QUE ESCUCHO