La
importancia política de los movimientos sociales
La participación ciudadana, necesaria
para la democracia, se hace más visible cuando la sociedad se manifiesta de
manera colectiva, en otras palabras cuando existe acción colectiva. Una muestra
de esta, puede verse en las diferentes actividades de los movimientos sociales,
desde el ecologista, el feminista o el de derechos humanos, los cuales han
podido convertirse en una fuerza importante a tomar en cuenta tanto por su
tamaño como por su influencia. Dado que los movimientos sociales tienen el
potencial de generar cambios, llevan entonces implícito el concepto de sociedad
civil, pero ¿cuál es el sentido político de los movimientos sociales
contemporáneos?
En primera medida es necesario entender
un concepto esencial dentro de la sociedad civil: la acción colectiva. Primero,
se debe partir de que el hombre es por naturaleza sociable y por tanto se debe
estudiar las decisiones que toma en interacción con otro u otros individuos,
pero con el fin de agruparse y establecer una estrategia política común (Maldonado,
2000, 35). En el desarrollo de dichas asociaciones, la cooperación (explicada
por la teoría de juegos) comienza a tener un tinte fundamental para lograr
decisiones coherentes. Teniendo en cuenta lo anterior, la acción colectiva
puede definirse, según Cohen y Arato (2002, 577), como “la capacidad de las
sociedades humanas para desarrollar y modificar su propia orientación”, lo que
permite constatar que las estrategias de la conducta colectiva son propias del
contexto de la sociedad civil, el cual comprende los espacios públicos, los
derechos de asociación y de expresión, y los medios de masas (Cohen y Arato,
2002, 560). Dentro de este contexto, el concepto de movimiento social también
se genera como un elemento que nace de la acción colectiva más flexible y
puramente de expresión, para transformarse en un mecanismo que busca influir en
la política y lograr la democratización de las instituciones de la sociedad
civil.
Es así entonces que la acción
colectiva cumple un ciclo de vida, en donde hay una primera fase caracterizada
por peticiones poco precisas, una agrupación flexible, pero en el que se da la
formación de identidad del grupo. Este punto se vuelve vital para la subsistencia
y consecuente éxito de un movimiento social. Un claro ejemplo, es el del
movimiento feminista el cual ha conseguido una inclusión política efectiva en
varias de sus demandas, debido a que primero se extendió la conciencia
feminista y así se generó una identidad clara. En la actualidad, se puede hacer
referencia a las mujeres de Arabia Saudita que, a pesar de la religión y las
costumbres nacionales, continúan en la lucha por la igualdad de derechos (http://www.bbc.co.uk/programmes/p00fvjdx). Al forjarse dicha identidad se
recibe el reconocimiento de los diferentes actores de la sociedad política. En la
segunda fase, existe una organización más formal, donde se distinguen líderes y
representantes y la acción colectiva pasa a ser instrumental (Cohen y Arato,
2002, 615-617). Aquí, el objetivo máximo es llegar a institucionalizarse
para transformarse en una organización de la sociedad civil y lograr una
inclusión de estatus político que permita que los actores colectivos sean
generadores de cambio.
Ahora bien, existen dos niveles de
acción colectiva que cabe distinguir: los visibles, donde se registran las
manifestaciones, huelgas, boicots y todos aquellos fenómenos de grandes
multitudes que pueden ser presentados por los medios de comunicación. Un caso
especial a destacar es la resistencia pacífica o la no violencia. Bajo esta
ideología, personajes como Gandhi o el pueblo de Dinamarca en la Segunda Guerra
Mundial, lograron grandes movilizaciones y alcanzaron la libertad y la
reivindicación de sus derechos. Asimismo, se puede ver cómo con las campañas y
acciones no violentas de organizaciones como Greenpeace, se busca llamar la
atención de los medios y la sociedad (http://www.youtube.com/watch?v=XXifgcaCTW8). Por otra parte, se encuentra las
acciones no visibles, aquellas que permiten la participación de los ciudadanos
en la cotidianidad, como por ejemplo el referendo (Cohen y Arato, 2002, 560).
Para finalizar, cabe destacar la
relevancia de los movimientos sociales dentro del sistema de gobierno
democrático, puesto que por medio de su actividad, con
repertorios propios de la acción colectiva, se muestran como fenómenos de poder
positivo de la sociedad civil, que nacen con el objetivo de defenderla y
generar la participación de los actores colectivos; al mismo tiempo que permite
la unificación de la fuerza y la transforma en un ente soñador de un mejor
futuro, pero capaz de incidir en la realidad actual.
Angie
Fernández¿Cuál es el sentido político de los Movimientos Sociales Contemporáneos?