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miércoles, 7 de diciembre de 2016

Un voluntariado de corazón


Por: María Camila Rojas Torres
Estudiante VIII Semestre de Gobierno y Relaciones Internacionales
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Programa de Voluntariado FIGRI

Mi entrada a la Universidad Externado de Colombia la podría llamar peculiar, pues en mis planes nunca estuvo estudiar en ella. Menos, estudiar Gobierno y Relaciones Internacionales; pero bueno, así es como comienzan los buenos cambios de la vida, de situaciones peculiares que nunca pensamos que van a pasar.

Hace dos semestres aproximadamente, me enteré que la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, me daban la oportunidad de homologar dos créditos si me interesaba hacer voluntariado en el marco del convenio que tienen con algunas organizaciones que la universidad. Tengo que ser honesta al decir que la idea de hacer voluntariado me gustaba mucho, puesto que cuando entré a la universidad, la única manera en la que pude cambiar el rumbo de mi vida era con el trabajo social. Sin embargo, nunca fui buena con los niños, no me gustaban y me solía estresar mucho con ellos. Por eso y luego de que pasara un semestre entre la incertidumbre de hacer voluntariado, sin importar la homologación de los dos créditos, y de ser parte de AIESEC, el semestre pasado (2016-II) me aventuré a hacerlos, dejando a AIESEC y abriendo nuevos cambios para mi vida.

Cuando decidí hacer voluntariado me di cuenta que ya estaba un poco tarde, pues algunas de las organizaciones ya habían cerrado inscripciones de voluntarios y solo las que estaban ubicadas en el barrio Egipto aun las tenían abiertas. Así que fui hablar con la profesora Margarita Marín y me aventuré en este nuevo viaje con el proyecto “Una Sonrisa para Egipto”, que se realiza en la parroquia Egipto. Allí la Universidad apoya la biblioteca y yo decidí unirme a este esfuerzo.

Cuando salí de la oficina de la profesora Margarita pensé que me había equivocado, pues tenia que trabajar con niños y cumplir con unas horas que inicialmente no había considerado por la carga académica que implica estar en FIGRI. En resumen, era una gran responsabilidad, pero luego solo pensé en que era hora de abrirme hacia los niños y lo que tendría que venir, lo iba a recibir con los abrazos abiertos.

El primer día comencé con una pequeña introducción de lo que iba hacer el voluntariado, de mis tareas y mis horarios. Todo se pactó así: iba a tener que ir los lunes de once a una de la tarde, el martes y viernes de dos a cuatro de la tarde, en los cuales, iba a tener que ayudar en la biblioteca con actividades variadas como hacer refuerzo escolar, lo que significa ayudar con las tareas de l@s niñ@s, limpiar y ordenar libros y, ayudar con las actividades sociales que se programan para ellos, como es el día del  Halloween, donde se hacen  disfraces y decoraciones.

Las primeras semanas me tocó conocer niñ@ por niñ@, conocer qué clase de tareas traía y con qué temperamento tenía que lidiar. Esto fue quizá lo más complicado. Hay que hacer un paréntesis con este factor, pues los niños que van, son de bajos recursos, de un temperamento poco manejable y a los cuales hay que tenerles mas paciencia a la hora de tener una conversación con ellos, por los diferentes aspectos coyunturales que viven día a día en sus hogares pero, esto hacia mas interesante y preocupante, a la vez, la tarea que tenia que realizar. 

Al pasar las semanas, los niños se fueron acoplando a mi, y yo a ellos. Ya sabía cuáles eran las tareas que se me facilitaban a la hora de ayudarlos, las matemáticas, y no había día en la que no me pidieran el favor de ayudarla con esa clase de tareas. Con las niñas las relaciones fueron un poco más fácil de encajar que con los niños, pues los niños son un poco mas rudos con las mujeres, pero al final no fue difícil acoplarme a ellos y poder hacer una relaciones de amistad y risas.

Así transcurrió esta actividad peculiar. Llegar, hablar con ellos un poco, preguntar quien tenia tareas, hacerlas y luego sacar un tiempo de diversión jugando a las escondidas (actividad preferida para ellos y para mi). Aprendí a tenerle paciencia a los niños, a divertirme con ellos, a entender un poco un nuevo ambiente de vulnerabilidad y volver a ser niña. Luego de ver al voluntariado como un reto para mi, lo comencé a ver como un momento de relajación de la semana, en donde, los niños eran parte fundamental para quitarte el peso de la universidad y solo divertirse con ellos como ellos querían.


Para el próximo semestre quiero seguir haciendo voluntariado con el proyecto “Una sonrisa para Egipto” y poder participar en otras organizaciones con las que hay vínculo, para no dejar de lado el desarrollo de la solidaridad, el altruismo ni la responsabilidad social que debe caber en todo profesional del siglo XXI. Todos debemos retornar las oportunidades a las comunidades vulnerables. Con este programa de voluntariado todos tenemos la posibilidad de seguir aprendiendo, de enfrentarnos a nuevos retos. 

¡Ha llegado el momento de unirte!


Por: Laura Carolina Saavedra Garzón
Estudiante VIII semetre de Gobierno y Relaciones Internacionales
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales 
Programa de Voluntariado
Universidad Externado de Colombia


Al momento de seleccionar dónde realizar mi voluntariado me encontré con varias preguntas. Quería trabajar en un lugar donde pudiese desempeñarme directamente con las comunidades, un espacio más allá del trabajo desde un escritorio. Al tener esta meta clara, la profesora encargada del voluntariado Margarita Marín me sugirió mandar mi hoja de vida a la Corporación Proyectando Imaginarios/Casa B.


En la foto, un aspecto del barrio y en específico la cuadra donde esta situada la corporación que atiende a niños y niñas del barrio Belén.

Al llegar, en mi primer día de experiencia, como voluntaria en Casa B ­me informaron que las acciones a desarrollar estarían enfocadas en la creación de redes locales, con el fin de ayudar a un proyecto de organización urbanística sostenible. Puntualmente, se desarrollaban talleres propuestos por los voluntarios como clases de inglés, francés, español, torneos de fútbol y ajedrez, talleres de cine y manualidades entre otras. La diferentes actividades atraen la atención de los más chicos (entre 7 años y 15 años) y estimula la creación de lazos de confianza y compañerismo entre los habitantes del barrio Belén (de todas las edades).
Mi experiencia en Casa B me hizo validar, en la práctica, que lo que se aprende en las aulas de la universidad, se aplica directamente con población vulnerable, que es el caso en el que me involucré al decir por este proyecto. En realidad, me enfrenté a los retos que tiene la implementación de las políticas públicas en Colombia. Este proyecto ha hecho que confirme aún más mi proyecto de vida sobre la creación de mejores programas y proyectos en pro del desarrollo de la ciudad, y del país. Ya que, no se puede ser ajeno a la realidad del país en donde aún hay miles de personas bajo la línea de la pobreza.
El voluntariado fue una incursión previa al mercado laboral. Incluso considero que esto pudo aportar más a mi vida de lo que yo pude aportar a la vida de muchas de las personas con las que trabajé. Amabilidad, empatía, compañerismo, responsabilidad, respeto, compresión y tolerancia, son algunos de los valores que he fortalecido durante mi experiencia de voluntariado en Casa B. Estas habilidades tuvieron aún más fruto en la medida en que esta organización es anfitriona de decenas de voluntarios extranjeros con los que se pude compartir más experiencias, a partir de culturas diferentes.


martes, 6 de diciembre de 2016

Casa B como espacio de mediación cultural

Por: Ioana-Alexandra Rusu
Estudiante de Intercambio FIGRI
Programa de Voluntariado


Estoy muy feliz que haya podido participar en el Programa de Voluntariado de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Más aún más, que esta oportunidad haya sido con el proyecto Casa B, en el centro de la ciudad de Bogotá. Decir que Casa B es solamente una asociación que organiza actividades con los habitantes del barrio Belén y para los habitantes del barrio, sería hablar solamente de una pequeña parte de lo que es Casa B. De lo que significa para la comunidad, para todas las personas involucradas en el proyecto y también para los voluntarios nacionales e internacionales que van allí a donar su tiempo.
Por consiguiente, Casa B como espacio de mediación cultural para el barrio, a través de sus actividades, como por ejemplo La Escuelita del Mar, no propone únicamente un momento de encuentro de los niños del barrio sino que se convierte en un espacio de creación en el cual ambas partes aprenden y enseñan al mismo tiempo.



 Y no se trata de aprender solamente de lo que es el skateboarding como tal, sino que se trata de un cambio de experiencia y de la alegría de compartir los logros de cada uno, de evolucionar y construirse juntos como una comunidad verdadera. Para mí fue una oportunidad inmensa haber podido conocer otra cara de la ciudad ilustrada en el barrio, en la cual la proximidad es importante, expresándose en las relaciones de cercanía entre los habitantes, e interactuar con personas tan alegres.
Casa B es un espacio para soñar, dejar libre su imaginación y expresarse a través de los talleres de música, los partidos improvisados de fútbol en la calle o tras pintar el mapa del barrio sobre una pared de la casa, convirtiendo en realidad la lema de la Casa: “Dale vida a tus sueños”. Además, me parece maravilloso que el proyecto del Futuroscopio haya podido desarrollarse de una manera tan bella y para mí, es el proyecto icónico de Casa B, que trata de encapsular la identidad del barrio y el espíritu de sus habitantes, construyendo la memoria de la comunidad. ¿Y qué manera mejor de hacerlo que a través los niños del barrio que ellos mismos toman las fotografías?

Por esto y por muchas otras razones me encantó haber participado en los proyectos de Casa B y me gustaría que pudiera continuar el próximo semestre también. Invito a todos los que tengan algo de tiempo, que lo puedan compartir con este proyecto y sus gentes. Está solo a un par de cuadra de la Universidad Externado de Colombia.

A la vuelta de la esquina hice mi voluntariado

Por: Ana Carolina Díaz Higuera
Estudiante de VIII semestre
Gobierno y Relaciones Internacionales
Programa de Voluntariado FIGRI


Inicié con este programa después de haber acompañado a la Cruz Roja Colombiana durante el primer semestre del presente año. Mi experiencia como voluntaria de apoyo fue tan satisfactoria que, además de seguir ayudando a esta Organización en la mayor medida posible, quise conocer y participar del proyecto “Una Sonrisa para Egipto”, dirigida por el profesor Manuel Rojas, de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad. Un proyecto al cual la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales (FIGRI) le presta apoyo mediante el grupo de estudiantes que hacen parte del Programa de Voluntariado.

El ingreso realmente es sencillo, fue necesario cumplir con el proceso protocolario del Programa de Voluntariado de FIGRI. Luego conversar con los voluntarios o pasantes que ya colaboraban con el proyecto, para la asignación de tareas y días de la semana en los que se iba a asistir. Una de las ventajas de esta opción, es que la parroquia es justamente al lado de la Universidad, por lo que será más fácil el desplazamiento y la asistencia a las actividades.

En cuanto al objetivo del trabajo, se expresó claramente desde el inicio que el proyecto se dirigiría al refuerzo escolar (apoyo académico y de tareas extracurriculares) de los niños pertenecientes a varios colegios del barrio, e inclusive, de la localidad.

La tarea fue optimizar el tiempo en el que los niños acababan de salir del colegio, para la realización de sus deberes diarios, o de actividades lúdicas que estimularan sus conocimientos y capacidades.

En este caso, el espacio ofrecido por la parroquia ha estado construyéndose de la mano de la Universidad Externado de Colombia hace ya varios años, y para el día de hoy, el resultado se materializa en una biblioteca funcional que permite el adecuado desarrollo de las actividades a cumplir.

Al hacer parte de la Biblioteca de la Parroquia de Egipto, el compromiso con la comunidad se vuelve aún más grande porque se trabaja con niños de todas las edades. Fue necesario hacer memoria de algunos conocimientos básicos del colegio, pero realmente la tarea primordial fue ser creativa y tener la mejor actitud para escuchar y colaborar a estos niños.

Dentro de mi experiencia además, tuve la oportunidad de conocer a mucha gente de la universidad pero de otras facultades como la de Ciencias Sociales y la de Administración de Empresas. La mayoría de estos voluntarios tienen más conocimientos acerca de la forma en que se debía trabajar con los niños, por su experiencia académica o simplemente por haber participado en la iniciativa durante más tiempo. Aprendí mucho de ellos y conseguí hacer excelentes amistades.

Sin embargo, el trabajo desarrollado durante el semestre no solo se trató del acompañamiento en las tardes. Se planearon también una serie de actividades y proyectos con el fin de integrar a la comunidad y hacer pasar un buen rato a los niños. Además es necesario resaltar, que la recaudación de dinero y recursos fue también trabajo de los voluntarios quienes siempre han logrado de alguna forma u otra organizar eventos con asistencia de hasta 300 personas, en colaboración con el párroco de la iglesia de Egipto y varios docentes de la universidad, que por cuenta propia, apoyan la labor que allí se adelanta.

Este semestre por ejemplo, fui parte de la fiesta de Halloween a la que asistieron niños y niñas de una gran variedad de barrios, donde se repartieron refrigerios y regalos. La temática fue el reciclaje por lo que cada un tuvo que diseñar su propio vestuario correspondiente a algún material reciclable, no solo para los voluntarios sino también para los niños que asistieron este año a la biblioteca.




Ha sido realmente una experiencia reconfortante. He tenido la oportunidad de hacer parte de un increíble equipo de trabajo que no solo participa en el proyecto de la biblioteca del barrio, sino que tiene una gran trayectoria trabajando con todos los sectores de la comunidad. Además, pude aprender y colaborar con una población especialmente vulnerable a quienes sin lugar a duda llevaré siempre en mi corazón.