Por: Eliana Rodríguez Madero
Actualmente se señala que los sistemas políticos son
verdaderamente democráticos cuando se fundamentan en una cultura política de la
sociedad civil. De acuerdo con Norberto Bobbio (1985) la sociedad
civil se podría definir como: “el lugar
donde surgen y se desarrollan los conflictos económicos, sociales, ideológicos,
religiosos, que las instituciones estatales tienen la misión de resolver
mediándolos, previniéndolos o reprimiéndolos” (Bobbio, 1985) De acuerdo con el
informe de Latinobarómetro para 2013, el 46% de latinoamericanos
piensa que tienen democracias con grandes problemas, el 30% democracias con
pequeños problemas, el 9% considera que no tiene una democracia y el 8% goza de
una democracia plena. Esto lo que sugiere es que existe una sociedad civil altamente
insatisfecha con el funcionamiento de la democracia y las instituciones
estatales en América Latina. Pero entonces, la sociedad civil sólo se limitaría
a generar los problemas y esperar que el Estado los resuelva? Por lo tanto cabe
preguntarse cuál es el verdadero rol que juega las Organizaciones de la
Sociedad Civil en América Latina, en el marco de la democracia?
Aunque en principio en los sistemas democráticos las
instituciones estatales junto con la sociedad civil deberían armonizar las demandas
de justicia, libertad e igualdad de toda la sociedad, en América Latina, aunque la población está dispuesta a
participar para demandar sus expectativas por temas, la mayoría no lo hace por
medio de las Organizaciones de la Sociedad Civil, lo que resulta en un desafío
para estas en su búsqueda de convertirse en un actor que complemente las
deficiencias del Estado, fortalezca la democracia y limite el abuso del poder
estatal.
Jhon Keane, considerado uno de los principales
responsables del resurgimiento del concepto de Sociedad Civil en la década de
los 80, defendió la idea de que Estado y Sociedad Civil debían ser combinados
de tal manera que: “se superaran los
problemas de los modelos de los Estados totalitarios, los Estados de bienestar
y los modelos neoliberales que tendían cada uno de ellos a priorizar un
principio de justicia, libertad o igualdad, siendo incapaces de conjugar ambos
principios e incluso insuficientes para responder eficazmente aquel principio
que priorizaban”. (Keane, 1992)
Por
lo tanto para Keane (1992) era necesario encontrar un modelo de democracia que
funcionara por ambos principios de justicia y que encontrará en la Sociedad Civil
la forma de limitar el abuso del poder estatal. Es así como sociedad civil se
definía como: “un agregado de
instituciones, cuyos miembros participan en un conjunto de actividades no
estatales —producción económica y cultural, vida doméstica y asociaciones de
ayuda mutua—, y que preservan y transforman su identidad ejerciendo toda clase
de presiones o controles sobre las instituciones del Estado” (Keane, 1992)
Keane
señalaba que una de las características de la sociedad civil es el carácter
auto-organizado de la misma. De
igual forma, Jesús Antonio Bejarano (1999) menciona que no existe una “unidad
de la sociedad” sino que existen diferentes ámbitos funcionales en las que se
desarrolla, como la economía, la ciencia, la religión, el arte, el deporte,
etc. Y que: “cada uno de estos sistemas
parciales configura un modo propio y específico de solucionar problemas, en los
cuales existirían una definición y un papel de sociedad civil en tanto que
espacios de solidaridades concretas” (Bejarano, 1999) .
Además, las relaciones entre Estado y Sociedad Civil
no están delimitadas en una frontera estatal. En
el caso de América Latina, actualmente las instituciones estatales no han logrado resolver
totalmente los conflictos que vive la sociedad ni armonizar
los principios de justicia, libertad o igualdad. De acuerdo con el informe, el
53% de la población considera poco probable que el Gobierno pueda resolver los
problemas principales.
No obstante, lo que se observa es que aunque la
población está dispuesta a participar, la mayoría no lo hace dentro de
organizaciones dedicadas a esto, sino se moviliza según las circunstancias (Latinobarómetro,
2013. Pp 41). Es por ello que según el informe, la gente saldría a defender sus
derechos democráticos como se observa en la siguiente gráfica, sin embargo, lo
hacen por medio de una participación no estructurada, sin organizaciones de por
medio.
Finalmente, se puede decir que si
las personas participaran en
mayor proporción en Organizaciones de la Sociedad Civil, terminarían teniendo
un mayor impacto en el régimen y contribuirán al fortalecimiento de la
democracia y la defensa de los derechos democráticos. Porque una democracia
puede ser enriquecida y fortalecida con la participación de una sociedad civil
activa, vigilante que defienda los intereses colectivos por encima de los
privados, por medio del control estatal, como lo afirmaba Keane.
Bibliografía
Bejarano, J. A. (1999). El
papel de la sociedad civil en el Proceso de Paz. En F. Leal, Los
laberintos de la Guerra: Utopías e incertidumbres sobre la paz (pág.
281). Bogotá: Bogotá Tercer Mundo Editores y Universidad de los Andes.
Bobbio, N. (1985). Estado,
gobierno y sociedad por una teoría general de la política. México: Fondo
de la Cultura Económica, breviarios.
Corporación
Latinobarómetro. (2014). Informe 2013. Santiago de Chile.
Feenstra, R. A. (2009).
El concepto de sociedad civil en John Keane:. Pasado, presente y futuro de
la democracia, 73-280.
Keane, J. (1992). Democracia
y sociedad civil. Madrid: Alianza Universidad.