Durante la
presentación de la experiencia de la Fundación Pies Descalzos tuvimos la
oportunidad de compartir parte del papel de las organizaciones y sus
interacciones con los distintos actores sociales en el trabajo alrededor de la
Educación.
A propósito del tema,
queremos traer a debate un extracto de un documento presentado en 1994, pero
que se encuentra vigente. El documento de referencia es la entrega del primer
informe de la Misión de Ciencia Educación
y Desarrollo (la versión completa del documento se puede consultar en http://bit.ly/Wr2V62)
y extraemos algunos apartes de la introducción escrita por Gabriel García
Márquez.
“…Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos
desgastado luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos
han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más
para esconder que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales,
se ganan batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca
merecimos. Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca
a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por parecerse a su
historia escrita. Por lo mismo, nuestra educación conformista y represiva
parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no
fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que
lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe la creatividad
y la intuición congénitas, y contraría la imaginación, la clarividencia precoz
y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo que sin duda saben
de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los textos, que su
concepción del mundo es más acorde con la naturaleza que la de los adultos, y
que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera trabajar en lo que le
gusta, y sólo en eso…”
“…Creemos
que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación
será su órgano maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme
y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir
quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al
máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética --y tal vez una
estética-- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que
integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los
designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por
separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa
energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la
violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo
la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y
justo que soñamos: al alcance de los niños.”
Gabriel García Márquez
Tras completar casi 10 años de la publicación de este
escrito, se puede inferir que muchos de los problemas y muchas de las
intenciones de transformación siguen vigentes.
Cabe entonces abrir la discusión para comentar alrededor
de preguntas tales como: ¿Ha contribuido la política pública educativa con la
transformación social del país? ¿Cuál ha sido y cuál debe ser el papel de las
organizaciones en la Educación? ¿Cómo lograr conjugar los objetivos de la
política pública con los esfuerzos de las organizaciones para mejorar la
calidad de la Educación? ¿Cómo construir redes entre los distintos actores
sociales para mejorar las condiciones de vida de la población?