Por: Guadalupe Orjuela Ayala
Estudiante de X semestre
Gobierno y Relaciones
Internacionales con énfasis en Estudios Políticos Internacionales
Correo electrónico: guadalupe.orjuela@est.uexternado.edu.co
Durante el 2020-II realicé junto a Ana María Montañez y Daniel Romero la implementación de la estrategia
para aumentar la productividad del taller de carpintería para hombres en
prisión domiciliaria, pospenados y expandilleros ‘Tallando Vidas’, y del taller
de tejido para las madres del barrio ‘Tejiendo Corazones’ de la Fundación Buena
Semilla, del barrio Egipto, en la localidad de la Candelaria, desde la hoja de
ruta planteada en mi anterior voluntariado 2020-I.
Este proceso se desarrolló
en medio de la pandemia del Covid-19, lo cual resultó desafiante a la hora de
realizar las actividades planteadas inicialmente. Esta experiencia se basó en
dos momentos diferentes: el trabajo remoto y la
realización de dos visitas de campo al barrio. El primero se basó en la
construcción de una base de datos de los artesanos miembro para apoyar a
construir un equipo de trabajo sólido y caracterizado; se creó un benchmarking
que permite comparar experiencias sensibilizadoras exitosas de promoción en
redes sociales; se construyó una base de datos de aliados y se priorizó el
acercamiento a los priorizados; se apoyó el registro de ventas pasadas y la
reconstrucción de análisis de costos; entre otros.
Así mismo, pretendiendo generar una articulación real y eficiente
con las demás áreas de la Universidad, se realizó una reunión con la
Coordinación de Proyectos de Extensión de la Rectoría y con la Fundación Buena
Semilla, surgió la oportunidad de designar a otra estudiante voluntaria de la
Facultad de Comunicación Social y Periodismo, María José García, rol que de
ahora en adelante se encargaría de la gestión del plan de medios para articular
las redes sociales con el market place creado en el programa ‘Egipto Vive’ a
través de la creación de contenido digital, la materialización de símbolos
desde la narrativa construida en las visitas de campo, la adaptación de
Instagram como canal de comercialización, y la creación de campañas de
expectativa en torno a estas tres marcas: Buena Semilla, Tejiendo Corazones y
Tallando Vidas.
Finalmente, las visitas de campo fueron el espacio para acercarnos
a ambos grupos de trabajo, ganarnos su confianza y sus vidas a través de las
historias que deseaban contarnos, así como por ejemplo la identificación del
salario emocional de cada producto, la priorización de los productos desde la
capacidad y la calidad, entre otros. Así como la realización de una jornada
educativa en la cual se pretendió inculcar a los artesanos conocimientos varios
que ellos expresaron la visita exploratoria deseaban adquirir.
Estudiar FIGRI ha sido la mejor decisión que he tomado dado que me
ha brindado una serie de conocimientos que me permitieron acercarme a una
comunidad vulnerable y compleja de la manera más estratégica, gracias a las
habilidades blandas que desarrollé, incluso más que los conocimientos que
adquirí. Sin duda alguna uno de los aspectos más importantes que me reforzó
este proceso fue la importancia de la articulación desde la comunicación
eficiente y oportuna, pues hay múltiples proyectos andando con un objetivo
común que siempre pueden complementarse.
A aquellos estudiantes que consideran ingresar al Programa de
Voluntariado Profesional de FIGRI, les diría que no lo piensen más pues es una
experiencia que solamente deriva en implicaciones positivas y en el
reforzamiento de conocimientos y habilidades adquiridos; a la Universidad le
recomendaría mejorar su comunicación interna y con la articulación interna para
complementar acciones, le recordaría lo poderoso que es una comunidad académica
unida trabajando por un objetivo social; a la Fundación Buena Semilla le daría
ánimo para continuar impactando vidas y reconstruyendo la historia del barrio
Egipto desde las manos de artesanos y artesanas con deseo de reincorporarse a
la sociedad efectivamente.