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martes, 11 de septiembre de 2012

Las ONG no son ángeles blancos ni negros



Margarita Marín
(Publicado 11/09/2012)

Carlos Teijo García, al comenzar el siglo XXI, anotaba que “la etiqueta de ONG ha conocido un éxito social tan clamoroso que, en la actualidad, resulta difícil saber a qué hace referencia“ (Teijo, 2002, 175). En verdad, casi que cualquier entidad sin ánimo de lucro prácticamente se convierte en una organización no gubernamental. Bien, lo que no es gubernamental y no es empresa privada, es organización de la sociedad civil. De ahí hay un trecho para que se convierta en un espacio en posibilite meditar, comentar y negociar.

Lo cierto es que las organizaciones de la sociedad civil posibilitan otras miradas, nuevas alternativas y, si bien hay heterogeneidad en el agente también hay una diversidad nominal. Incluso, los estudiosos usan varios términos bajo el mismo concepto. Precisamente, esas nuevas miradas posibilitan relaciones de cooperación y complementación con el Estado sin ignorar las de confrontación ni las de cooptación. Las segundas suelen ocupar mayor espacio en los medios de comunicación, pues crean noticia, pero las primeras pasan de largo a pesar de ser positivas y constructivas. Estas, suelen incrementarse a medida que toma fuerza la contracción del Estado, dada la ideología imperante.

De esta manera, para las ONG se abren las posibilidades de impacto y de aumentar el alcance de su accionar, pues hay más alternativas de recursos (subvenciones). Podría decirse incluso que hay mayor control pues desde los Estados-Nacionales y desde la banca multilateral se empiezan a atraer a las ONG más exitosas, para gestionar proyectos que uno y otro consideran vitales de emprender en los diferentes territorios. Y si bien estas se identifican como organizaciones de desarrollo, humanitarias, de derechos humanos y ambientales, los Estados-Nacionales, los organismos intergubernamentales y la banca multilateral (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc.), a través de la cooperación internacional, logran transformaciones. Las ONG empiezan a competir por los recursos y presentan proyectos más que por sus propios intereses[1], según la oferta de recursos.

Aun así, no puede considerarse que las ONG son ángeles blancos porque cooperan con los Estados-Nacionales o con la banca multilateral. Tampoco, puede hablarse de ángeles negros porque algunas se centran en la resolución de problemas globales, entran en conflicto con los gobiernos y con algunas empresas en aras de contribuir en la reconstrucción social.

Ello no solo es para el ámbito nacional sino que también aplica en lo global. En este orden de ideas, pueden anotarse incidencias en la política internacional y en el ordenamiento jurídico internacional. Sobre este último, vale resaltar dos aspectos fundamentales: uno sobre “el papel que estas organizaciones tienen en los procesos que da lugar al nacimiento de normas internacionales y, el segundo, a las fórmulas a través de las cuales las ONG contribuyen a asegurar el cumplimiento y, por tanto, el funcionamiento efectivo de esas normas” (Teijo, 2002, 214). A más de las incidencias en asuntos glocales que interesan a las poblaciones y a los tomadores de decisión.

En concreto, las ONG pueden ser promotoras (hacen advocacy) de los principios que las orientan o son gestoras (desarrollan proyectos). En uno o en otro caso, son acciones que se abordan tanto en el ámbito nacional como en el internacional, ello depende del alcance que tenga la organización. En cualquier caso, la gama de grises es más amplia que la posibilidad de estar en un extremo u otro del color.


Bibliografía

Teijo, Carlos (2002) “Redes transnacionales de participación ciudadana y ONG: alcance y sentido de la sociedad civil internacional”, en Revilla Marisa, Las ONG y la Política, España, Istmo, pp.172-247.


[1] Pueden corresponder a lo que se consideran sus roles; que puede ser: democratizar el desarrollo, promover la movilización social, prestar servicios, ayudar a reducir la pobreza, mejorar las condiciones ambientales, entre otras.