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miércoles, 17 de octubre de 2012

Dialoguemos sobre paz, un asunto propio de la sociedad civil


Margarita Marín
(17 de Octubre de 2012)

Ahora cuando nos aprestamos a la segunda fase (la de Oslo, octubre de 2012) del proceso de negociación entre el Gobierno Nacional con las Farc-Ep, luego de seis meses de diálogos secretos, en La Habana (Cuba), algunos se preguntan por la participación de las organizaciones de la sociedad civil en un proceso que funcione o nó tendrá consecuencias para la sociedad actual y futura de Colombia. Otros, por el contrario, se aterran que se haga la pregunta. Como quiera que sea, lo que se evidencia es la polarización que vivemos los colombianos.
Lo concreto hasta ahora es que las partes llegaron a un "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera"[1]. También, que el Gobierno Nacional ha invitado al Ejército de Liberación Nacional a sumarse al proceso. Ya todos sabemos que las partes han conformado sus equipos negociadores y que ya están en Noruega para dar inicio a la mesa de diálogo. También es conocido que la negociación se realizará con el objetivo de llegar a un acuerdo final del conflicto, sin cese al fuego y que las discusiones de la mesa no se harán públicas.
Si se mira en detalle, como lo han hecho algunas investigadoras, en los procesos de desmovilización de la última década del siglo pasado (años noventa), las mujeres han estado ausentes. “Ni su voz ni ellas mismas” anotan cuando revelan que: del total de firmantes (280) en aquellos procesos, solo 15 han sido mujeres (una guerrillera ha sido signataria en los acuerdos que se han firmado con seis grupos guerrilleros)[2]. Lo curioso es que directa e indirectamente las mujeres han estado en el conflicto, y si van a la guerra, la carga es mayor y es negativa porque -como madres- “han abandonado a sus hijos”. Los hombres, por el contrario, estén en el bando que estén, siempre serán héroes.
Esa perspectiva (la de género) abre paso para considerar a diversas organizaciones (las de afrocolombianos, campesinas, de derechos humanos, entre otras) y entonces se obliga la reflexión sobre si son todos lo que están y están todos los que son. Bueno, al retroceder un poco en la historia se encuentra que en “en la década de 1970 la acción colectiva en busca de la paz representaba el 1,6% del total de luchas cívicas, pasó a 19% durante el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), aunque descendió a 15,8% durante la administración Gaviria (1990-1994)” (Romero, 2002, 360). En la década del ochenta, la Compañía de Jesús fue uno de los grupos que desarrolló más actividad para crear las condiciones necesarias para la paz. Hubo movimientos por la vida, en donde los “locos por la vida” expresaron lúdicamente ese deseo de toda la sociedad. Se oyeron todas las voces, incluso la de los niños. Más adelante, en la década del noventa, se acogieron diversas iniciativas y se consolidaron algunos “territorios de paz”. Las diferentes acciones de parte de los actores armados, conllevaron a que se dictara un “Mandato ciudadano por la paz, la vida y la libertad”, demostrando cuan vinculada se encontraba toda la población en la discusión. De hecho, el proceso de El Caguan, adelantado en la administración de Andrés Pastrana Arango, ha sido de los más participativos.
Más recientemente, las marchas del 4 de febrero (un millón de voces contra las Farc) y la del 6 de marzo de 2008 (homenaje a las víctimas del conflicto armado en Colombia) marcaron un hito: “No más”, acabar con la guerra. No obstante, el camino fue el opuesto, al punto de desconocer el conflicto y tomar la opción de armarse. El conflicto no cesó, pero las guerrillas sí lograron debilitarse al punto que desde la misma administración Uribe Vélez (en su segundo mandato) se hicieron amagues para los acercamientos. Hoy, con el presidente Juan Manuel Santos, estamos ad portas de un proceso de negociación.
Que no está la sociedad civil, dirán algunos. Bueno, hay una parte. En el equipo negociador del Gobierno Nacional está Luis Carlos Villegas, presidente de la Andi y del Consejo Gremial. Dos organizaciones que si bien son del sector privado, también son entidades sin ánimo de lucro. Por ende, son sociedad civil. Y sí, la polarización aparece en este punto. De un lado, algunos preferirán decir que no es sociedad civil, pero en stricto sensu lo son. Para quienes lo duden, se recomienda volver al concepto en Naidoo y Tandom[3]. De todas maneras, dirán otros más, ellos no representan a todas las organizaciones. Y es verdad. Nadie representa a la sociedad civil. Es un error pensarla en términos de representatividad. Del otro lado, estarán quienes opinan que el Gobierno Nacional está en su derecho de nombrar a quienes él considera que lo representen. Así lo ha hecho. La decisión está tomada. Las organizaciones sociales están divididas. Unas que piden un lugar y otras que comprenden la situación.
Aun así, los reclamos de algunos sectores de la sociedad civil hicieron mella en el Estado porque se convocó el Consejo Nacional de Paz[4]. Aun sin asiento en la mesa de negociaciones, es un avance porque es la voz civil en el proceso. El Senado, desde la Comisión Primera ya trabaja en algunas mesas, y hay sectores de la sociedad civil que se identifican con algunas y le apuestan al debate. El asesor del Diálogo Social (Luis Eduardo Garzón) tiene una tarea que por ahora adelanta con muy bajo perfil.
Algunas organizaciones sociales consideran que derechos humanos y tema de género son centrales, otras le apuestan a fortalecer capacidades, el empleo y el agro. Quizá pensando más en el futuro inmediato, cuando se acabe el conflicto. No faltan las que estén pensando en alternativas para la verificación del cese al fuego. Hay iniciativas de control político, y por eso se han desarrollado páginas web para hacerle seguimiento al proceso que comienza en Oslo, pero también a las mesas que se coordinan desde la Comisión Primera del Senado. Una alternativa se accountability social (en términos de Peruzzotti) o de responsabilización (siguiendo a Keck y Sikkink). Quierase o no, la sociedad civil logró que el tema entrara en la agenda. Ahí, ya hay una ganancia. Otra más se anota con el diálogo.
Ahora bien, como las organizaciones de la sociedad civil suelen trabajar en red, hay organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch (HRW) que, en las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, hablan ya de la necesidad de garantizar los derechos de las víctimas a la justicia. Sin duda, la paz para Colombia no es un asunto solo de dos. Muchos más están involucrados y el juego ya ha arrancado.

Referencias
Keane, John.2008. La sociedad civil global y el gobierno del mundo, 1ra ed. En castellano, Barcelona, Hacer editorial.
Romero Mauricio. 2002. “Sociedad civil, cooperación y movilización por la paz en Colombia”, en Panfichi, Aldo (coord.) Sociedad civil, esfera pública y democratización en América Latina: Andes y Cono Sur, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 359-380.
Rubio, Mauricio. 2012. “Sin mujeres en la mesa de negociación”, El Espectador, 19 de septiembre.


[1] Contiene seis puntos centrales: El primero se denomina ‘Política de desarrollo agrario integral’, el cual será el tema fundamental del acuerdo, el segundo tema es la ‘participación política’, el tercer punto ‘Fin del conflicto’. El cuarto tema a tratar se relaciona con el narcotráfico en el país y se denomina ‘Solución al conflicto de drogas ilícitas’, el quinto punto es ‘Víctimas y Reparación’ y el último tema a tratar para llegar a un acuerdo por la paz es la ‘Implementación, Verificación, Refrendación’.
[2] Ampliar en la columna de Mauricio Rubio, en El Espectador.
[3] “Es la red de asociaciones autónomas que los ciudadanos portadores de derechos y cargados de responsabilidades crean voluntariamente para ocuparse de problemas compartidos, presentar sus intereses comunes y promover sus aspiraciones colectivas” (Keane, 2008, 61).
[4] Creado por la Ley 434 de 1998.