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jueves, 30 de mayo de 2019

Empatía intergeneracional


Jaime Andrés Sánchez Santander
Estudiante de 9 semestre
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Universidad Externado de Colombia

Voluntario en "Conocer dejando huella"

Durante mi experiencia en el voluntariado “Conocer dejando huella” pude interactuar con niños y ancianos que vivían en el barrio Egipto, en La Candelaria, un barrio que en su mayoría es marginal y pobre, y donde se encuentran algunos de los tesoros culturales más importantes de la ciudad.

Esta experiencia fue muy enriquecedora, pues me permitió conocer más a fondo las dinámicas en las que viven las personas que viven con escasos recursos, o en situaciones de vulnerabilidad, también desarrolló en mi habilidades de manejo de grupos, empatía, y solución de conflictos, esto visto desde una perspectiva meramente profesional.

En cuanto a mi experiencia personal del voluntariado fue particularmente integral, pues yo asistía a doble jornada los días jueves en el ancianato La Divina Providencia y, los viernes en la bilbioteca de la iglesia del barrio.

Cada día era diferente pues las actividades de los jueves tenían que ser pensadas para abuelas (adultas mayores) que en muchos casos tenían alguna discapacidad; por otro lado, los viernes teníamos niños de entre 4 a 6 años, los cuales estaban en situación de vulnerabilidad y en muchos casos no contaban con suficientes recursos en sus casas.

Algo muy importante a destacar durante el voluntariado fue el trabajo en equipo que tuvimos que tener entre todos los voluntarios, teniendo en cuenta que mis compañeros del jueves eran diferentes a los del viernes, la coordinación y disposición para trabajar fueron fundamentales para que no surgiera ningún contratiempo importante. El voluntariado me permitió ponerme en la situación de cumplir labores y solucionar problemas ajenos, pero que mediante el diálogo y la buena disposición no hubo problema en hacer un esfuerzo extra de ser necesario para que todo saliera bien.



Personalmente, la experiencia del voluntariado fue un aprendizaje significativo, pues al interactuar y estar al servicio de personas vulnerables se puede lograr una mejor concepción de lo que es la realidad de estas personas, lo cual ayuda a comprender mejor las problemáticas que sufren y así estar preparado para afrontar cualquier cosa que pudiese surgir. Comprender lo que quiere alguien ayuda también a tener mejores estrategias y actividades que sean más acordes a sus gustos, y eso fue lo que nos pasó en ambos días de trabajo, que con el tiempo empezamos a desarrollar mejores actividades, y teníamos cada vez más claro qué les gustaba y qué no a los niños y a las abuelas.

Lo que puedo decir de mi trabajo en el voluntariado, es que fue una constante mejora sobre la marcha, pues al principio ninguno tenía completa seguridad de cómo interactuar asertivamente con niños y ancianos, teníamos que buscar siempre la manera en captar su atención y su interés, lo cual nos obligó a romper el paradigma generacional en el que generalmente estamos y ver a todos, niños y ancianos, como iguales, como personas.

Sin lugar a dudas, las personas con las que pude interactuar y conocer a profundidad durante el voluntariado lograron marcarme y significar algo para mi. Hubo muchos niños con los que logramos entrar en confianza y ellos pudieron abrirse a nosotros, contarnos un poco de sus problemas y sus aspiraciones, también fue sorprendente -en cierto sentido- el entorno con el que puede crecer un niño a su alrededor, por eso bsucabamos siempre hacerlos sentir que la biblioteca era su espacio donde podían estar cómodos, aprender y conocer cada vez más, y al final, con la despedida que entre ellos y su profesora del colegio nos hicieron, confirmamos que hicimos un buen trabajo.

En cuanto al ancianato, conocimos a las enfermeras y el personal, así como algunas hermanas, especialmente a la hermana Filomena, quien siempre estuvo presente y atenta de nosotros en el voluntariado. Ella siempre buscaba inculcarnos valores religiosos. Entre las abuelas que conocí, todas fueron muy especiales y agradecidas con los voluntarios, la idea era hacerlas sentir que nosotros estábamos ahí para ellas y que aún eran importantes, que se sintieran capaces, que no olvidaran sus cualidades.

La experiencia en el ancianato tuvo altas y bajas, con las abuelas pasamos momentos difíciles anímicamente; por ejemplo cuando una de ellas falleció, y otros en los que algunas se sentían cansadas en indispuestas, pero en general logramos hacerlas sentir bien e importantes a todas, a pesar de las discapacidades siempre motivábamos a todas a participar, y terminó siendo una experiencia muy cercana.

En el ámbito profesional, el voluntariado reforzó en mi el carácter y la empatía, también me puso a prueba en diferentes aspectos tanto logísticos como organizacionales. Además, reforcé mis habilidades de solución de controversias, de oratoria y liderazgo. La experiencia también me ayudó para aprender más en cuanto al trabajo en equipo, la coordinación de talento humano y la división del trabajo para dar resultados.

En conclusión, el voluntariado fue una experiencia enriquecedora y pragmática que me permitió desarrollar habilidades y ponerlas a disposición de personas vulnerables con el objetivo de impactar positivamente en sus vidas.


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