Jaime
Andrés Sánchez Santander
Estudiante de 9 semestreFacultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Universidad Externado de Colombia
Voluntario en "Conocer dejando huella"
Durante
mi experiencia en el voluntariado “Conocer dejando huella” pude interactuar con
niños y ancianos que vivían en el barrio Egipto, en La Candelaria, un barrio que
en su mayoría es marginal y pobre, y donde se encuentran algunos de los tesoros
culturales más importantes de la ciudad.
Esta
experiencia fue muy enriquecedora, pues me permitió conocer más a fondo las
dinámicas en las que viven las personas que viven con escasos recursos, o en
situaciones de vulnerabilidad, también desarrolló en mi habilidades de manejo
de grupos, empatía, y solución de conflictos, esto visto desde una perspectiva
meramente profesional.
En
cuanto a mi experiencia personal del voluntariado fue particularmente integral,
pues yo asistía a doble jornada los días jueves en el ancianato La Divina
Providencia y, los viernes en la bilbioteca de la iglesia del barrio.
Cada día
era diferente pues las actividades de los jueves tenían que ser pensadas para
abuelas (adultas mayores) que en muchos casos tenían alguna discapacidad; por otro
lado, los viernes teníamos niños de entre 4 a 6 años, los cuales estaban en
situación de vulnerabilidad y en muchos casos no contaban con suficientes
recursos en sus casas.
Algo
muy importante a destacar durante el voluntariado fue el trabajo en equipo que
tuvimos que tener entre todos los voluntarios, teniendo en cuenta que mis
compañeros del jueves eran diferentes a los del viernes, la coordinación y
disposición para trabajar fueron fundamentales para que no surgiera ningún
contratiempo importante. El voluntariado me permitió ponerme en la situación de
cumplir labores y solucionar problemas ajenos, pero que mediante el diálogo y
la buena disposición no hubo problema en hacer un esfuerzo extra de ser
necesario para que todo saliera bien.
Personalmente,
la experiencia del voluntariado fue un aprendizaje significativo, pues al
interactuar y estar al servicio de personas vulnerables se puede lograr una
mejor concepción de lo que es la realidad de estas personas, lo cual ayuda a
comprender mejor las problemáticas que sufren y así estar preparado para
afrontar cualquier cosa que pudiese surgir. Comprender lo que quiere alguien
ayuda también a tener mejores estrategias y actividades que sean más acordes a
sus gustos, y eso fue lo que nos pasó en ambos días de trabajo, que con el
tiempo empezamos a desarrollar mejores actividades, y teníamos cada vez más
claro qué les gustaba y qué no a los niños y a las abuelas.
Lo
que puedo decir de mi trabajo en el voluntariado, es que fue una constante
mejora sobre la marcha, pues al principio ninguno tenía completa seguridad de
cómo interactuar asertivamente con niños y ancianos, teníamos que buscar
siempre la manera en captar su atención y su interés, lo cual nos obligó a
romper el paradigma generacional en el que generalmente estamos y ver a todos,
niños y ancianos, como iguales, como personas.
Sin
lugar a dudas, las personas con las que pude interactuar y conocer a
profundidad durante el voluntariado lograron marcarme y significar algo para
mi. Hubo muchos niños con los que logramos entrar en confianza y ellos pudieron
abrirse a nosotros, contarnos un poco de sus problemas y sus aspiraciones,
también fue sorprendente -en cierto sentido- el entorno con el que puede crecer
un niño a su alrededor, por eso bsucabamos siempre hacerlos sentir que la
biblioteca era su espacio donde podían estar cómodos, aprender y conocer cada
vez más, y al final, con la despedida que entre ellos y su profesora del
colegio nos hicieron, confirmamos que hicimos un buen trabajo.
En
cuanto al ancianato, conocimos a las enfermeras y el personal, así como algunas
hermanas, especialmente a la hermana Filomena, quien siempre estuvo presente y
atenta de nosotros en el voluntariado. Ella siempre buscaba inculcarnos
valores religiosos. Entre las abuelas que conocí, todas fueron muy especiales y
agradecidas con los voluntarios, la idea era hacerlas sentir que nosotros
estábamos ahí para ellas y que aún eran importantes, que se sintieran capaces,
que no olvidaran sus cualidades.
La experiencia en el ancianato tuvo altas y
bajas, con las abuelas pasamos momentos difíciles anímicamente; por ejemplo cuando una de ellas falleció, y otros en los que algunas se sentían cansadas en indispuestas, pero
en general logramos hacerlas sentir bien e importantes a todas, a pesar de las
discapacidades siempre motivábamos a todas a participar, y terminó siendo una
experiencia muy cercana.
En
el ámbito profesional, el voluntariado reforzó en mi el carácter y la empatía,
también me puso a prueba en diferentes aspectos tanto logísticos como organizacionales.
Además, reforcé mis habilidades de solución de controversias, de oratoria y
liderazgo. La experiencia también me ayudó para aprender más en cuanto al
trabajo en equipo, la coordinación de talento humano y la división del trabajo
para dar resultados.
En conclusión, el voluntariado fue una experiencia
enriquecedora y pragmática que me permitió desarrollar habilidades y ponerlas a
disposición de personas vulnerables con el objetivo de impactar positivamente
en sus vidas.
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