Por : Julieta Espinel Cabrales
Estudiante VII Semestre del Programa de Gobierno y Relaciones Internacionales
Programa de Voluntariado FIGRI
Hoy 18 de mayo terminé la experiencia más maravillosa de mi vida. Desde
el momento en que empecé esta increíble práctica pude darme cuenta que iba a
ser algo que nunca había vivido. La expectativa de aportar mi energía, alegría
y conocimiento a la población del barrio Egipto estuvo presente durante todo el
voluntariado. Pero, además, de mi aporte, sumo el aprendizaje por parte de
todas las personas que hacían parte de este proceso.
Personalmente, el primer
día que visité el barrio Egipto, en el centro de la ciudad de Bogotá, tuve un sentimiento de tristeza y decepción
total. Es sorprendente cómo una población llena de esperanza y sueños, puede
vivir en un ambiente de pobreza y carencia de oportunidades.
¿Por qué el sentimiento de tristeza y decepción? porque para mí el
hecho de estudiar Gobierno y Relaciones Internacionales, me ha dado la
capacidad de entender que esta falta de oportunidades se da más que todo por la
mala administración de los recursos púbicos, y el poco interés del gobierno por
garantizar un Estado de Bienestar. Por esta razón es impresionante la pasión
que sentí por ayudar a esta población y empezar a incentivar el cumplimiento de
sus sueños.
La capacitación por parte del personal de la Universidad Externado de Colombia es muy
provechosa, debido a que todo lo que nos enseñan (durante un mes ) se aplica en la
práctica del Programa de Voluntariado, en este caso en el proyecto "Conocer dejando huella", que es el proyecto en el que se articulan diferentes facultades de la Universidad para el Plan de Intervención en el Barrio Egipto de la Universidad Externado de Colombia. El manejo de situaciones que podrían resultar
impresionantes, el manejo de un escenario con varios niños y la manera de
llamar la atención, son aspectos importantes para el desarrollo de las
actividades que cada semana realizamos en el barrio.
Mi relación con los niños siempre fue muy buena. Cada una de las actividades que realizábamos tenía un objetivo
específico, los niños tenían su espacio para ser, para desarrollar su
personalidad como querían. Se aceptaba completamente la diversidad con los
brazos abiertos, claramente situando límites contra actitudes que podían
afectar a algunos de sus compañeros. Yo no puedo estar más agradecida con esos
niños; creo que recibí abrazos y amor para más de 50 años. Son personitas de
admirar, que a pesar de que han pasado situaciones difíciles no han perdido su
sonrisa, ni las ganas de luchar por sus sueños. Son niños invencibles.
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