Translate

miércoles, 29 de junio de 2016

Voluntariado: para ayudar a ser feliz

Por Erli Margarita Marín Aranguren
Esta entrada originalmente fue publicada en el Blog de la Universdad Externado de Colombia 
Muchos creen que para ser voluntario, exclusivamente, ha de pertenecerse a la Cruz Roja, a la Defensa Civil o tener un credo religioso para aportar en la congregación, en la parroquia … Otros creen que hay que tener conocimientos en salud para apoyar en un centro de salud, una jornada de vacunación o un hospital. Y no es que eso no pueda ser; pero más allá de las organizaciones de voluntariado y de las entidades con acción voluntaria, en casi todas las organizaciones de la sociedad civil, se puede poner en práctica la conducta altruista. La solidaridad siempre se puede desarrollar.
Más que conocimientos, lo que se requiere son motivaciones personales y disponibilidad para compartir, para luego recibir la retribución más grande que puede recibir un ser humano. “Dar nos hace felices, y debemos ayudar a la gente a ser feliz”, decía hace algunas semanas Laura Lugli, una experta italiana en FundRaising, a quien tuve como invitada a mi PodCast  # 76 de “Sociedad Civil”, que se emite en Externadonline [http://externadonline.com/sociedadcivil/]. Y ¡vaya! Es una realidad de a puño que se visualiza en el rostro de los estudiantes de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales (FIGRI) quienes, desde hace tres años, tienen la oportunidad de vincularse con el Programa de Voluntariado.
Una experiencia maravillosa que los estudiantes pueden realizar por dos semestres consecutivos o intermitentes. El programa empezó un poco después de sancionada la Ley 1505 de 2012, que desarrolla la Ley del Voluntariado, 720 de 2001. Y a pesar de la importancia social del tema, lo cierto es que la literatura y la jurisprudencia son escasas en la materia, por lo menos en lo que al territorio colombiano se refiere.
Tres años puede no ser mucho, pero hay algunos esfuerzos que consolidan el programa y que permiten observar el desarrollo histórico de las primeras normas. Por ejemplo, un estudio de la Universidad del Rosario da cuenta de la aparición de la Agencia Coordinadora del Voluntariado de Bogotá y Cundinamarca (ACOVOL) y de la Asociación Antioqueña de Voluntariado (ADEVOL), en la década del 60 del siglo XX; pero es solo a comienzos del siglo XXI cuando el país empieza a contar con una normatividad que desarrolla las resoluciones 52/17 y 56/38 de la Organización de Naciones Unidas. Justo para articular esfuerzos en pro del desarrollo de cada país, en términos de construir una mejor sociedad.
Lo cierto es que para comienzos del siglo XXI ya existía una Red Nacional de Voluntariado. Y no era para nada improvisada. Más de 30 organizaciones de la sociedad civil eran y siguen siendo los motores de esa gran red que no solo trabajó para que la normativa fuera una realidad, sino que después se ha involucrado en la divulgación de la misma, pues cerca de un millón de personas ya estaban vinculadas a la creación de oportunidades para mejorar las condiciones de vida de la gente, el cuidado del medio ambiente, la disminución de la inequidad, la participación activa, la búsqueda de la democracia y, la paz.
Es que el voluntariado es una forma de involucrar a los ciudadanos para apoyar la transformación y naturaleza de los individuos. En concreto, y como se anota en la letra de la misma ley, es una forma de promover, reconocer y facilitar la acción voluntaria como expresión de la participación ciudadana. Nótese que se requiere de un esfuerzo importante en ese sentido. Al observar solo el caso de Bogotá, según la Encuesta Bienal de Culturas de 2015, se tiene que el 26,8 por ciento de los bogotanos muestra un total desconocimiento de los espacios de participación y un 10,5 por ciento dice no participar porque no sabe qué hacer en los espacios de participación. ¿Y qué sucede –entonces– con el voluntariado, donde hay más desconocimiento?
Lo primero que debe establecerse para los ávidos de conocimiento sobre el voluntariado es que, en Colombia, aplica para toda persona (nacional o extranjero) que quiera ser solidario en una organización pública, privada o Entidad Sin Ánimo de Lucro (ESAL). En el artículo 3 se lee: “sin recibir remuneración de carácter laboral, ofrece tiempo, trabajo y talento para la construcción del bien común en forma individual o colectiva, en organizaciones públicas o privadas o fuera de ellas”. En este orden de ideas, los voluntarios pueden aportar a la construcción de nación con acciones de interés general: “asistenciales de servicios sociales, cívicas, de utilización del ocio y el tiempo libre, religiosas, educativas, culturales, científicas, deportivas, sanitarias, de cooperación al desarrollo, de defensa del medio ambiente, de defensa de la economía, o de la investigación y similares, que correspondan a los fines de la Acción Voluntaria”, como se expresa en el artículo 4 de la misma norma.
Esas actividades son, precisamente, las que, desde la Universidad Externado de Colombia, en general y, en particular, desde la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, se apoyan para que los estudiantes, visitantes o nacionales, desarrollen su altruismo, en poblaciones bien sea en el área de influencia de la Universidad o en otras localidades con alta vulnerabilidad social.
A la fecha, estudiantes extranjeros, que adelantan sus estudios de intercambio en el país, y estudiantes colombianos, de diferentes regiones, han estado vinculados a organizaciones sociales que atienden niños y niñas en situaciones especiales de vulneración; otros han ayudado ancianos y muchos más han realizado su voluntariado con jóvenes, para concientizarlos de los problemas ambientales y de la necesidad de cuidar los cerros, para mencionar solo algunos ejemplos. Si bien algunas de las organizaciones con las que han estado vinculados, tienen su sede en las zonas aledañas al campus universitario, también se vinculan con redes y organizaciones que tienen misiones solidarias, para la transformación positiva del país, y que están en localidades más apartadas de la ciudad.
En la mayoría de los casos, nuestros estudiantes desarrollan sus habilidades, destrezas y conocimientos, en pequeñas organizaciones barriales, pero también en grandes fundaciones y corporaciones que hacen parte de ese gran conglomerado que se denominan organizaciones de la sociedad civil. Por ejemplo, entre las organizaciones pequeñas, pero con gran impacto en el área circundante de la Universidad Externado de Colombia, hay vínculos estrechos con ESAL como: Reingeniería de Corazones (Redcuna); Fundación Egipto con Futuro; Biblioteca de la Parroquia de Egipto; Proyecto Casa B. Entre las grandes organizaciones y redes vale la pena destacar a la Cruz Roja Colombiana seccional Cundinamarca y Bogotá, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), la Confederación Colombiana de ONG (CCONG), CISV-Colombia, TECHO, Fundación Paz & Reconciliación, Fundación Cerros de Bogotá, Proyectos Comunitarios (Populus), la Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe (REPEM), la Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz (Redprodepaz). Incluso, nuestros estudiantes estuvieron vinculados con la Fundación Piesdescalzos, cuando Shakira lideraba un proyecto educativo en el municipio de Soacha.
En cada una de estas y otras organizaciones, los estudiantes FIGRI realizan pequeñas-grandes cosas, y día a día hacen tejido para construir una sociedad más feliz. Yo ayudo a mis estudiantes a desarrollar ese altruismo que los hace felices también, y hacer voluntariado que, además, les ayuda a mejorar su propia salud, según estudios de la Universidad British Columbia (Canadá). Un tejido de doble faz que se sigue impulsando desde la Universidad Externado de Colombia, de igual manera en las facultades de Administración de Empresas, Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras y Ciencias Sociales y Humanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario